camino
por las desiertas calles de la ciudad, espacios llenos de individuos enfocados
en asuntos que al final de día me resultan ajenos e indiferentes, como dije,
calles desiertas, simplemente llenas de obstáculos con movimiento y tal vez
algo parecido a la consciencia... lo más probable es que me vean igual, me
gusta esa idea... o, tal vez, sean tan egocéntricos que quieren verme como algo
parecido a ellos. No puedo decir que no me importa, la verdad me repugna un
poco la idea, pero igual mientras ando no hay tiempo para esas nimiedades; los
esquivo, mantengo un perfil bajo, odio ser mirado, odio leer que piensas en sus
ojos, juzgando, buscando algo que sacie su morbosidad, cualquier cosa, por
pequeña que sea... por eso buscan ver como algo igual que ellos, para
asegurarse de que lo que les asquea de ellos no sólo esté ahí.
NO-HAY-TIEMPO-PARA-ESO.
Sigo
caminando, no voy a ningún lado bueno, sólo voy a ejercer mi forma de
prostitución, obedecer a un tipo elegante, tal vez disparar el tipo de arma que
me den, lo que no me queda difícil con la educación que tuve por parte de mi
intento de padre, y recibir un fajo de dinero que me sirva por unos días o tal
vez semanas. De todas formas, sólo soy yo, no hay nadie que le importe o me
importe como una familia, una mujer, un hijo o como esos románticos postmodernos
que le dan más importancia a un cuadrúpedo que a su propia existencia; sólo
yo y lo que con la plata que me hago consiga. La vida que llevo no es buena ni
mala, hago esto, me embriago, tal vez me drogo, si no aguanto dos horas
escuchando alguna rubia entrada en tragos para llevármela a la cama compro otra
por tres horas y al otro día termino lo que no está podrido en la nevera y la
alacena para no morir de hambre. Soy la parodia de un personaje de Chuck
Pahlaniuk.
llego
al callejón donde me citaron, faltan 30 segundos para la hora, los ladrillos
del muro están raspados, veo a uno de los que los raspa inhalar el polvo
mezclado con sobras de algo más, apago un lucky strike y lanzo la colilla antes
de voltear.
85
segundos después llega quien me paga hoy. Traje negro con planchado perfecto,
pañuelo doblado en el bolsillo, camisa roja sin corbata y con el botón de
arriba desapuntado, no soy el único que pagara tres horas a una pelinegra hoy.
Bajo el traje un revolver con cargador de doce disparos, la idea es no tener
que usar ese ni el que me entrega, pero siempre hay que prevenirse. Subimos al
auto, un BMW negro, satinado, hoy nadie quiere llamar la atención, entramos, la
seguridad virtual ya está hackeada y de la física se encarga la coqueta
pelirroja de vestido azul que va en el asiento del copiloto... me pregunto
cuánto cobra; me dan un traje de oficial de seguridad privada con la
identificación y un silenciador para el arma que llevo, todo esto me fastidia,
no tiene emocion, no está ese sonido de ahogamiento cuando una bala penetra un
pulmón, la salpicadura de sangre, eso pequeños y ocasionales placeres. Me bajo
3 calles antes de girar, entro a una cafeteria y pido el baño para cambiarme,
salgo ajustándome el cinturón y camino relajadamente hacia un lugar donde una
chica de vestido azul le está tocando la pierna a un guardia mientras él le
habla de cómo un negocio familiar de mucho dinero se lo quedó su exesposa, lo
saludo, le tiembla la voz al saludarme, no se fija en quién soy, sino sigue con
la chica, llevo en el chaleco antibalas una maleta de tela doblada debajo de la
parte que recubre el abdomen, lo delgado que soy compensa lo visual; saco una
tarjeta de seguridad falsa, la paso.
//ACCESO
AUTORIZADO//
Entro
y ubico el punto ciego de la cámara, espero una señal por el comunicador de mi
oído, la cámara está congelada, lleno la maleta y salgo, la gente se da cuenta,
el guardia le presta más atención a un escote pecoso, cruzo la calle y subo a
un BMW de color negro satinado.
De
regreso llevo la maleta entre mis piernas, recogemos a la pelirroja donde yo me
bajé antes, todo fue planeado, todo fue calculado, todo fue perfecto, demasiado
para mi gusto.
Mientras
vamos en el vehículo nos estrella una Ford grande, también negra, y antes de
poder reaccionar nos sacan y nos ponen una bolsa de tela negra a cada uno en la
cabeza, la ajustan y nos suben a la Ford, escucho que el conductor está muerto,
no aguantó el golpe, quisiera ver cómo quedó, la imagen mental me saca una
sonrisa.
La
camioneta para, nos bajan y nos hacen arrodillarnos en el piso, un tipo se pone
a hablar de la ingenuidad que tuvimos al creer que pasaría desapercibido y
mientras que dice que se va a asegurar de que no sea público nos quitan la
bolsa de tela a cada uno, el tipo de traje negro está mirando a todas partes y
la pelirroja está empezando a rogar por su vida, cuando sacan un revolver el
tipo del traje grita y también empieza a rogar… es hilarante, el maquillaje
corrido de la coqueta, les dice que les da lo que quieran y como puede acomoda
su cuerpo para mostrarlo, el hombre del revolver le toma la cara y le dice que
así ella no lo quiera la van a disfrutar, el tipo de traje se inventa una
familia e hijos pequeños… no lo aguanto y empiezo a reír, no puedo creer lo que
está pasando, los otros hombres me miran extraño y empiezan a golpearme y como
salido de un libreto me dicen que me darán un motivo para reír pero esto sólo
me da más risa, me atoro con mi sangre y aun así no puedo parar de reír, siento
un dolor agudo por el costado, el cuchillo pasa finamente, ni siquiera alcanza
a raspar una costilla, justo en medio… me encanta… estoy tirado en el suelo, apenas
puedo respirar, estoy sangrando por el lado y en mi rostro tengo una sonrisa
llena de sangre, aun así puedo ver a los tipos que me estaban golpeando, unos
me miran con odio, otros con extrañeza, pero lo más bello es que debajo de todo
eso puedo ver el miedo en todos ellos y siento entre carcajadas cómo todo se
desvanece pero no dejo de ver sus miradas, de hecho veo cada vez más miradas,
miradas que reconozco, miradas que lo último que vieron fue a mí, todas con
miedo… pero igual todas con gratitud de la farsa que les estaba ayudando a acabar.